La Coloma, julio 7 de 1959
Sr. Ventura Luis
Bayamo, Oriente
Amado mío:
Te saludo en el nombre del Señor, al cual oro te sientas bien en unión de tus compañeros. Yo bien, gracias a Dios, pues imagínate, encantada y feliz al recibir tus dos cariñosas cartas, pues cuando de veras uno ama, desea siempre recibir noticias de esa persona, y eso es lo que me pasa a mí contigo.
Cuando llegó Joseíto con las cartas no sé por qué las manos me comenzaron a temblar, y yo, figúrate, lo disimulé, pues junto a tus cartas llegaron cartas de mi casa y de María mi hermana también. Entonces comencé a leer las demás cartas que las tuyas para que no se rieran de mí, y seguidamente, cuando terminé de leer las otras, entonces muy despacito comencé a leer las tuyas; en ellas vi cuánto un hombre puede decir cuando ama, pues muchos se han equivocado contigo. Me decían que tú eras muy seco, y es todo lo contrario, y esto es así, puedo entenderlo, porque tú me quieres, por medio de tus frases.
Te diré algo acerca de mi despedida: Cuando aquel día llegué a Matanzas y te vi recogiendo la ropa para lavarla, yo sentí deseos de lavártela, a pesar de que yo estaba cansada de la conferencia, y aquellos minutos que pasé a tu lado en Matanzas fueron y serán inolvidables para mí, pues cuando tomé la máquina para irme tenía deseos de llorar. Entonces llegué a La Lisa, sin compañeras, pues Augusta y Niní siguieron para La Playa y yo me quedé una semana en La Lisa, y puedes imaginarte como te he extrañado.
Creo que esté por demás decirte que cada día que pasa te quiero más y más. No sé si te agrada que yo te diga que te quiero, es decir que te demuestre mi cariño por medio de las cartas, pero no sé cómo te voy a escribir, de otra forma no puedo.
Acerca de lo que me dices de los sueños, los hallo muy importantes. Dicen las gentes que cuando uno siempre está pensando en una persona pues siempre sueña con esa persona; no sé si eso es lo que te pasa conmigo (aunque yo siempre te tengo presente y casi nunca sueño contigo) así es que esto no lo entiendo.
Me dices que te quedaste con deseos de leer cartas mías y que te escriba bastante, pues creo que te voy a complacer si Dios quieres y no me canso (digo, me equivoqué) yo para escribirte a ti nunca me cansaré, ¿sabes? Pues eso lo siento en mi corazón, no sé si te pasará igual a ti.
Mi vida, yo me alegro de que tú seas sincero, pues tú sabes que una vez yo te lo dije en Matanzas. Si tú sientes en tu corazón llamarme por Lucía creo que tú puedes hacer lo que tu corazón te dicte, pues para mí todo lo que tú haces está bien hecho, ¿comprendes?
No creo que soy tan popular como tú me dices; con el tiempo tú vas a ser más popular que yo, ¿y sabes por qué? porque casi en todos los lugares que llego siempre te miento, y figúrate.
Óyeme, yo quiero, si es posible, y no sé si te estoy pidiendo mucho, es que no me mandes a decir más que tú eres seco, pues eso yo no lo creo así, pues tú te expresas muy cariñoso conmigo. Yo creo que tú lo que tienes es complejo contigo. No sé si será porque te aprecio tanto o por qué será, pero eso nunca lo he hallado en ti.
Te diré que cuando fui a El Cayuco, al otro día de haber llegado celebraron una fiesta y yo vendí 110 Mensajeros en dos raticos, fue todo para mí una bendición de Dios. Bueno, cuéntame si vendes muchos Mensajeros. Tú dirás, que preguntona es esta muchacha, pero es que quiero saber cómo te va en la campaña.
Óyeme, ya dentro de una semana y pico vamos para tu tierra y ¡qué lástima que tú no estás allá para verte! Pero me conformaré con ver a tus queridos padres, pues para mí ellos significan mucho. ¿Me estás oyendo? Ja, ja.
Óyeme Buenaventura, dígame cómo está su pluma, si está buena o muy mala para regalarte una si puedo, ¿sabes?
Siento mucho no poder verte el día de tu cumpleaños, pero ¿qué voy a hacer? Oraré por ti para que te sientas feliz ese día (aunque yo creo que no será del todo), ¿verdad?
Te diré que dentro de un mes o antes terminaremos la provincia de Pinar y entraremos, ¿adónde? en Oriente, así es que Dios mediante pronto nos veremos.
De mi casa te diré que todos están bien: María como siempre. De tus padres no he recibido contestación, así es que por eso no les escribo ahora.
Mi amor, tú dirás que te tengo cansado con mi larga letanía, pero perdóname esta vez. Si fuera a decirte todo lo que siento hacia ti necesitaría varias hojas como ésta, y al fin no acabaría, y como eso no puede ser así, aunque quisiera, pues entonces aquí termino diciéndote que te amo mucho; te quiero con todo mi corazón y nunca te separas de mi mente. Sin más te quiere siempre y no se olvida, tu novia,
Lucía González
Notas: Me contestas a Pinar del Río. Dale muchos recuerdos a todos los hermanos en ésa, especiales a la campaña, es decir a los obreros de ella. Adios mi amor.
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